Nunca he conocido a un estudiante que no se haya cuestionado si irá a la universidad (por no hablar de si realmente quiere ir). Siempre llega ese momento en el que dudas si puedes permitírtelo, si tus notas son lo suficientemente buenas o si incluso deberías ir porque, "¿cómo se supone que voy a saber ya en qué especializarme?".
Lo mismo le ocurrió a María Sánchez, una estudiante latina Hoosier de México. Con una ayuda financiera limitada y una nota media cada vez más baja, María luchó contra la duda, buscando ayuda y manteniéndose en el buen camino, pero al final lo consiguió. Ella te anima a hacer lo mismo.
María nació en México y se trasladó con su familia a Estados Unidos cuando era pequeña, con la esperanza de que en América tendría mejores oportunidades y una educación futura. Pero, como trabajadores de una fábrica, los padres de María apenas ganaban un sueldo digno mientras vivían con el miedo constante a su situación de documentación. Para colmo, la familia Sánchez se mudaba tanto que María había vivido en cinco estados distintos cuando terminó el instituto. María tenía que cambiar de residencia cada pocos años y, al mismo tiempo, tomar clases de inglés como lengua extranjera y aprender un nuevo idioma.
"Muchas veces no podía despedirme de mis amigos antes de mudarnos. Me sorprendía tanto a mí como a ellos que me fuera", explica.
Aunque su vida era diferente a la de muchos de sus compañeros, para María la universidad siempre fue un sueño. Alentada por las esperanzas que sus padres depositaban en ella, cargaba con mucha responsabilidad y expectativas. No quería quedarse estancada económicamente como sus padres.
"Mi madre volvía a casa del trabajo todos los días y veía sus manos. Le dolían y le dolían los hombros. Me pedía que le diera un masaje en las manos para aliviar el dolor. Así fue como supe que no quería sufrir así todos los días sólo para que mi familia pudiera sobrevivir", expresó María.
María se mudó a Indiana en octavo curso y empezó a darse cuenta de que su sueño de ir a la universidad sería más difícil de lo que pensaba. Se dio cuenta de que no tenía derecho a muchas becas y de que su familia no podía permitirse enviarla a la universidad. Al enfrentarse a estos retos, sus notas empezaron a bajar.
"Tenía un promedio de notas, pero eso no era suficiente para distinguirme y recibir mucha ayuda financiera", admitió. "Cuando supe que quizá no podría ir a la escuela, dejé de intentarlo. Llegó un punto en el que mis profesores estaban preocupados por si me graduaría. Pensé: '¿Para qué?".
A pesar de las dudas, el fracaso y la dificultad de su situación, la historia de María no terminó ahí. A base de muchos deberes inventados, conversaciones con los profesores y largas noches de estudio, restableció su compromiso consigo misma, sus pasiones y su patrimonio. Después de tocar fondo, María se recuperó.
"Volví a levantarme, presenté la FAFSA y solicité becas y escuelas".
María fue aceptada en todas las escuelas que solicitó, recibió dos becas y trabajó para ahorrar dinero para asistir a IU Kokomo. A pesar de sus luchas anteriores, María está cursando actualmente una licenciatura en marketing.
Cuando se le pregunta qué le apasiona, María ofrece,
"Me gustaría ver a mi gente triunfar y superar los retos. Me gustaría que creyéramos más en nosotros mismos, y la educación superior puede darnos la confianza que necesitamos."
La duda, la dificultad y el fracaso forman parte del camino de todo estudiante. María es solo un ejemplo de alguien que ganó confianza gracias a la educación superior. Gracias a su trabajo duro, su determinación y los recursos adecuados, se graduará con una licenciatura en 2022. Estamos muy orgullosos de María y esperamos que su historia te inspire a ti también.
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